EL VIAJE Y SUS PROTAGONISTAS

Siendo tan pocos, creo que podríamos hacer un pequeño resumen de los que estuvimos en estos casi 3 días en Pinamar.

Empecemos por el pequeño saltamontes pampeano, quien no dudó en recorrer más de 1200 kms para compartir con nosotros, unas míseras 72 horas. Hablando de los 1200 kms., todavía no le pagamos la nafta que él tuvo que abonar en exceso al resto de todos nosotros. Su verba y su gola se destacaron, como siempre, nunca faltó su palabra, su comentario, su voz de apoyo, o de crítica constructiva. Nunca, pero nunca dejó de hablar, ni aún en sueños, donde la palabra se transforma en un sonoro ronquido. Además, jugando al truco, perdió y perdió, pagó y pagó apuestas. Anduvo en auto, caminó y también bicicleta. Pero esta parte viene más adelante.

Seguimos con Garchi, quien compartió auto y sexo con el pampeano. Llegaron extenuados a Pinamar, ojerosos y despeinados, pero contentos. Se debían esa sesión de sexo tántrico. Anécdotas nacionales e internacionales alegraron esas casi 4 horas de viaje. Tan extenuado que apenas se mandó un piquecito en la playa, pero la raqueta descansó casi tanto como el dueño. Para destacar, nos sorprendió con sus conocimientos gastronómicos preparando salsas y menjungues varios para sazonar los pescados que hicimos a la parrilla el sábado al mediodía. Que justo no? Garchi experto en pescados. Fue el que más disfrutó con los olores provenientes de los frutos del mar, aunque para él tengan otras connotaciones. Eso sí, fue duramente criticado por haberle perdonado la vida a una señora portorriqueña, porque parece que se enamoró.

(Continuará)